Sunday, September 30, 2018

El Obstrucción De Definición Y Autoadscripción Del Indio


El dificultad de definición y autoadscripción del indio

Introducción
Las ciencias sociales acostumbran usar  de manera intercambiable y como sinónimos referentes a  los pobladores autóctonos y sus descendientes términos tales como: grupos étnicos, grupos etnolinguísticos, pueblos, indígenas, indios, minorías étnicas y cualquier otra variante y combinación de los mismos, así que en oriente quehacer se hará utilización de ellos de la tal manera.
El concepto del indio como categoría de investigación se ha ido perfilando con el desplazamiento de los siglos, surgiendo con el llegada de los conquistadores europeos que confundieran estas tierras con las similarmente denominadas ubicadas al oriente. Categoría empleada para designar al dominado y que, atravesado los años no ha perdido tal connotación, pasando de una dominio exógena a otra interna, que desde la economía capitalista observa a los grupos étnicos como obstáculos para el desarrollo.
Se han dado movimientos de reivindicación en diversas partes del continente americano, unas otra vez y otras menos exitosas, pero cuyos logros tarde u temprano pasan a segundo llano cuando los intereses económicos hegemónicos se ven amenazados por ellos, pues el acceso al ingenio económico y político existente y efectivo les está vedado.

El INDIO como categoría
Término emergido de un fallo geográfico, la oferta Indio, se emplea détras de la conquista del continente americano por los europeos para designar a totalidad aquel conquistado, al natural de estas tierras, sin concernirse su filiación cultural de origen, ya que estamos hablando de grupos culturales múltiples habitando las tierras conquistadas, de una vasto diferencia interna que queda anulada, pues para el europeo resultó otra vez pan comido y práctico en términos administrativos, el enmarcarlos a todos a través de una misma categoría de dominación, la del indio, que, a dañar de ese momento, se le adjudica a una situación de vencido, de inferior, en la relación colonial, excluyente, contrastante, dividiendo colonizadores y colonizados en polos opuestos y antagónicos. Posteriormente se introduce una nueva categoría, la del mestizo, elaboración de la matrimonio entre el europeo y el local, que, administrativamente, toma para si las labores de mediación, y que, aunque se mantienen a través de la construcción de dominio como categoría social, son subordinados del estrato del colonizador (Bonfil Batalla, 1972, págs. 110-112).
Es en el periodo colonial donde comienza una “intensa actuación legal aculturativa”, el europeo rompe las construcción sociales, se apropia del quehacer del indio, de sus tierras y le impide comunicarse de manera horizontal, crea enemistades artificiales (por agua y tierras principalmente) entre pueblos vecinos, que no pueden debatir sus diferencias de manera directa, sino que tienen que recurrir a las autoridades superiores, a los colonizadores, para que tomaran personal en los problemas que muchas veces ellos mismos habían creado (Bonfil Batalla, 1972, págs. 113,115-116).
Tras los movimientos de independencia, la conquista, la colonización ha pasado de una que viene del exterior a otra que surge de la aldea propia, un colonialismo interno exhibido bajo, una dominio económica capitalista que ve al indio como un freno para el avance nacional, estereotipándolo inferior viejos prejuicios, viéndolo como enemigo a dominar, a “civilizar”, y incluso, la misma persistencia del término indio indica la continuidad de la situación colonial a pesar de existir desaparecido el extraordinario como dominador que le diera validez como categoría social (Bonfil Batalla, 1972, págs. 117-119). Si bien, durante la era colonial el sentencia civilizatorio no buscaba la igualación del indio a la categoría del colonizador, sino quitarle lo bárbaro mediante la evangelización preponderantemente, para que pudiera asumir eventualmente la categoría de humano, aunque siguiera tratándosele como a un discapacitado, como a un chiquillo que no podía beber sus propias decisiones, lo que queda demostrado por la persistencia de las castas durante totalidad el periodo colonial. Más adelante, con la industria del nación nacional y la creación de los mitos de origen, se da preponderancia a oriente indio imaginario, que ya no existe y que nunca existió, aquel creado como arquetipo del mexicano mediante la expropiación selectiva de acontecimientos legendarios y históricos modificados a placer y conveniencia, creando un pasado glorioso; mientras que al indio que todavía habita el recién perfilado “territorio nacional” se le intenta desaparecer, asimilarlo como ciudadano mexicano ante las leyes, negando su corazón y obligándolo a que deje a un lado sus costumbres y lengua, inferior amenaza represiva, directa u velada, en su contra; ahora las armas son la capacitación y la razón. La reticencia a acatar las órdenes del estado, en una política que luego se denominaría indigenismo, se traducía entonces en motivo y justificación para la supresión de los rebeldes en la demanda de consolidar una nación homogeneizadora y unificadora para el que el indio y sus lenguas resultaban personaje un problema, una pesada impuestos económica, cultural y política (Barabas, 2000, págs. 13-15).
La estilo de indigenismo incorporativo, con técnicas de planificación del alteración cultural inducido, continuó hasta bien vestíbulo la década de 1970, cuando comenzaron a surgir movimientos indígenas que, en un regulación fueron contenidos y absorbidos por el personal en el poder, que los aprovechó como capital clientelar político a su favor, pero no pudo operar a todos los grupos emergentes, cuyos movimientos dieron fuente a un reciente clase de indigenismo, a participativo y propositivo en puesto de peticionista, a que reclama su puesto como oficial social, económico y político, que exige los derechos tales como la autodeterminación política y el autogobierno de los grupos indígenas, el reconocimiento de la pluriculturalidad, el mando de los recurso disponibles en sus territorios así como que estos no sean expropiados ni explotados en beneficio de terceros sino que se reconozca como propios del colectivo que los habita u los ha habitado históricamente, que se les instituya como territorios étnicos, también pugnan por la generación de proyectos de evolución biológica que consideren sus particularidades, y no solo proyectos apoyados desde arriba, de las esferas gubernamentales, sino también por proyectos que puedan contar ellos mismos con la asesoría necesaria para su iniciación (Barabas, 2000, pág. 16).
Desde el tercer dormitorio del siglo pasado los indios comenzaron a interesarse en encontrar la memoria de sus grupos, ya no se conforman con personaje los protagonistas de “historias” que otros escriben, quieren participar activamente en la industria de los resultados de las investigaciones, en beber actuación legal en la configuración de su propio destino, en encontrar la memoria que cimenta su identidad, “porque la identidad se fija en la memoria” (Cardoso de Oliveira, 2010, pág. 180). El indio, al beber conciencia de si, busca reafirmar su identidad, aparecer como colectivo étnico y personaje reconocido como tal frente a los otros y frente a si mismos, la etnicidad se convierte en cuestión de honor, de conducir a la legalidad las peticiones y propuestas, de acceder al ingenio y organizarse activamente como actores sociales y políticos (Rustsch, 1995, pág. 155).

Como definir al indio, criterios de diferenciación de la otredad y industria del concepto
Ahora bien, ¿cómo decidir la constitución la categoría del indio para que sea conveniente a la investigación?; se han sugerido diversos criterios para decidir la bien a tal categoría:
a) Los indicadores biológicos, es decir, definir a los miembros por características raciales, pero debido al hondo mestizaje que se ha dado atravesado los siglos, la “pureza” del clase indígena no es viable como criterio.
b) El pauta lingüístico es otro de los empleados para definir al grupo, pero teniendo en recibo que muchos sectores indígenas se reconocen como tales sin hablar su lengua originaria y que existen hablantes de oriente clase de lenguas que no se asumen miembros de un colectivo étnico, el pauta pierde poder explicativa y resulta insuficiente.
c) El pauta cultural surge entonces, inferior los indicadores de ilustración materiales y espiritual, así como la lengua nativa, pero esto solo lleva a un contraste dicotómico con la ilustración dominante, la hegemónica, haciendo hincapié directamente en la relación de dominación, llevando a un tierra polémico en su utilización. 
d) El dormitorio pauta es el psicológico, es decir, el que los miembros del colectivo étnico se asuman como tales, que sientan que pertenecen, que formen componente de la conciencia de colectivo en la comunidad a que pertenecen, “que compartan ideales éticos, estéticos, sociales y políticos” (Caso, 1948) con los demás miembros con quienes colabora en “acciones y reacciones”, se establece entonces como un pauta con el trasfondo histórico de una entidad comunitaria, una etnia, con una trayectoria rastreable con “identidad propia y distintiva … con un pasado común, formas de relación y códigos de comunicación”.
La combinación de los últimos tres criterios, dando énfasis a a u otro (principalmente el psicológico) es la otra vez empleada en investigaciones recientes, si bien, debido a la vasto diferencia cultural y a una historicidad muy rica que le acompaña y modifica de manera constante, es prácticamente imposible arribar a una definición que resulte válida para todos los casos, en vez se van conformando de tratamiento a los intereses particulares de la investigación, por lo que su utilidad se ve limitada, generalmente, al oportunidad de estudio (Bonfil Batalla, 1972, págs. 106-109, 122).

Conclusiones
La categoría del indio, nacida para englobar al dominado, se construye y reconstruye históricamente junto con menudo otra vez de cinco siglos, pero invariablemente incluye un elemento químico de discriminación, que implica el anhelo de su incorporación a la ilustración hegemónica para “facilitar” el evolución biológica del nación y la unidad inferior el amparo de un sentimiento nacionalista de bien pero
no es la pluralidad étnica lo que entorpece la forja nacional, sino la naturaleza de las relaciones que vinculan a los diversos grupos (Bonfil Batalla, 1972, pág. 124).
El indio ha buscado con denuedo su reconocimiento, sobre totalidad en los últimos cuarenta años, desde que la capacitación que les fuera impuesta les diera las armas para acceder a los canales legales y legítimos para significar oír su voz, y si bien hay ejemplos exitosos, en ojo y sudamérica, en México tal reconocimiento se ve diluido en el tiempo, pues si bien, el levantamiento armado del 94 llamó la cuidado y logró la emisión de leyes que favorecieran el reconocimiento del pluriculturalismo nacional, estas leyes rara vez se han traducido en regulación que permitan su aplicación. Se sigue castigando al indio que no lenguaje el castellano por no aprehender el lengua de las leyes, y el vasto desplazamiento de reconocimiento para las lenguas autóctonas como nacionales ha dado reversa con la propuesta, avalada por reconocidos especialistas, de certificar el castellano como lengua oficial, lo que dejaría fuera de la jugada, nuevamente a quien no lo hable y/o entienda.
En cuanto a la definición del indio, debido a la riqueza pluricultural que encontramos en nuestro continente, resulta extremadamente difícil, si no es que menudo conveniente a las investigaciones, el pretender generar una definición universalmente válida, por lo que solo queda sugerir una descripción parcial de tratamiento a la información con que se cuente en bases a la investigación y enfoque de que se trate para que la détras de la redacción último de los informes presentados sea comprensible para quien reciba y analice.

Bibliografía
Barabas, A. M. (2000). La industria del indio como bárbaro: de la etnografía al indigenismo. Alteridades, 10(19), 9-20.
Bonfil Batalla, G. (1972). El concepto de indio en América: una categoría de la situación colonial. Recuperado el 11 de Octubre de 2012, de CIESAS: http://www.ciesas.edu.mx/Publicaciones/Clasicos/articulos/bonfil_indio.pdf
Cardoso de Oliveira, R. (Mayo-Agosto de 2010). El indio hoy. Desacatos(33), 177-180.
Caso, A. (1948). Definición del indio y lo indio. América Indígena.
Rustsch, M. (Marzo de 1995). A función de "ser idnio otra vez". Nueva Antropología, XIV(047), 53-157.

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